El objetivo del trabajo es analizar el desplazamiento de las investigaciones sobre género en Argentina. Como primer momento podemos reconocer a las investigadoras feministas de los años setenta, influenciadas por el marxismo y con una fuerte crítica al sistema social, cultural y económico. El contexto histórico permitió que lo académico estuviera subordinado a lo político; con una fuerte impronta de Simone de Beauvoir, en donde las investigadoras se sentían comprometidas con la realidad social y varias de ellas eran militantes.
Aunque el patriarcado no nació con el capitalismo, es necesario entender como el sistema de producción y la división del trabajo construyo el estereotipo de femenino, como una contraposición de las “virtudes” masculinas. Por ello, sentenciaban las feministas marxistas, no se puede romper con la opresión de género sin romper con la opresión capitalista. Está crítica apuntaba a la revolución y no a un reformismo.
La última dictadura militar, la caída del muro de Berlín, el desmoronamiento del comunismo ruso, llevaron a varios estudiosos a sentenciar el fin del marxismo y a olvidarse de aquella corriente teórica. Los estudios culturales se transformaron en hegemónicos en el plano intelectual y el concepto de identidad paso a “explicar” todas las prácticas y representaciones sociales.
Lo social fue sometido a lo cultural y el plano económico y material perdió peso. Esto no se trata de una decisión académica, sino de un posicionamiento político. Los estudios culturales no cuestionaban el capitalismo, ni la opresión de clase, sino que tienden a la explicación y justificación de los modelos actuales de poder y de sus relaciones sociales.
Los estudios de género de los ochenta, noventa y en adelante, se autodefinieron como estudios culturales, tomando sus herramientas de análisis y sus posicionamientos políticos. El concepto de clase dejo de existir o fue reemplazado por el concepto de identidad. Esto quiere decir, que la identidad se liga al consumo sin tener en cuenta las determinaciones de los sujetos para poder consumir. Es como si entre la leche y el aceite pudiéramos encontrar la identidad, pudiéramos elegirla y no tuviéramos ninguna dificultad.
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