lunes, 30 de agosto de 2010

Aquí, cerquita

Aquella noche que me robaron sólo me quedaron las llaves. Volví a casa y sentí que me faltaba algo, no era la cartera, el dinero o el celular, lo que yo necesitaba era su abrazo. Así que recorrí treinta cuadras entre su esquina y la mía. Bese su timbre y allí estaba, mi hombrecillo de terciopelo.
Invente una historia, “que me habían robado cerquita de aquí, a tres cuadras”. Hasta describí la situación, el arma, la amenaza, el arrebato, todo, allí, cerquita, a tres cuadras. Y luego, las tres o treinta cuadras que atravesé para llegar a sus brazos violetas. No tuve miedo, ni una sola de las esquinas, ni un poco ni un poquito, no tuve miedo, ya no había nada que podían arrebatarme. Libre y libertaria, decidida a encontrarte al pasar mis manos por tu puerta.
Te pedí dinero, pero claro ¿a que iba a ir a tu casa sino? Luego, me quede sin palabras, sin excusas y entonces encare para la puerta. ¿Estás bien? - me pregunto. Y por fin, podemos iniciar el juego. Si estaba bien o dejaba de estarlo no importaba para ninguno de los dos. No – respondí.
Tomaste mi mano, quisiste abrazarme, casi como si no hubiera una tensión sexual. ¿Acaso que faltaba? Si mi montaje de mimosa perturbada era encantador. Ya sabes, el sutil puchero, bajar la cabeza, buscar tu hombro, dejarme abrazar como si no quisiera demasiado, buscar el roce casual, mirarnos a los ojos. Y después, dejar de actuar para accionar lo novedoso, de aquellos besos tercos y toscos, que desparramábamos por todo el lugar.

1 comentario:

Luc Arrabal dijo...

se trata de una historia triste, che. La que es robada en la búsqueda de algo que no le robaron. Necesitar esto porque falta aquello. Darse cuenta que hay veces que se necesita quedarse con casi nada para solicitar (de la manera que cada uno/a sabe) lo que cada uno/a desea.
Me pregunto que hará la protagonista cuando ese que acude le robe algo.
Nada de esto es critica solo habladurías.
Se me aparece de golpe una escena de "La Tregua".